Ayer una niña en clase me llamó oveja. Eso me dolió. Sobre todo porque ayer me sentía un poco débil y tenía tos y hambre y hablaba bajito y no corría muy fuerte. Y justo tuvo que decírmelo después de que mi amiga no quisiera jugar en el patio conmigo,y me quedara todo el rato jugando con los niños (que al final no son tan gamberritos como pensaba).
Por suerte luego estuvimos hablando en casa y ya se me pasó todo. Y entendí que algunos niños dicen tonterías y no hay que hacerles caso. Y que cuando una amiga no quiere jugar conmigo normalmente no es que no quiera es que me ha visto jugar con otros y le cuesta compartirme. Luego ya me hinché de arroz y pasta y canté y bailé en casa y volví por la tarde con alegrías renovadas. Y jugamos y cantamos todos y le dije a mi amiga que podemos jugar con unos y otros al mismo tiempo y no pasa nada, y vi que es verdad, que las tonterías pasan y los juegos y las amistades siguen. Y ya no me dan miedo los lobos como cuando era pequeña.
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