1.
Me levanto y no detecto la presencia paterna.
- ¿Dónde está papá?
- Trabajando.
- ¿Por qué?
- Porque le toca.
- ¡Pooobrecitoooo!
2.
(Yo reclamando la atención a mi mamá y ella venga hacerme esperar y decir que tiene que hacer cosas...)
- Te falta tiempo, mamá.
- ¿Tiempo? ¿Para qué?
- Para jugar.
3.
- ¡Mamá! -grito desde la cama. Y como nadie contesta me quedo parloteando un rato. Será que aún están durmiendo o aún es de noche. Qué larga se me hace la espera siempre...
- ¿Alicia? -me contesta al fin la interfecta.
- ¿¡Ya es de día!? -pregunto con esperanza. ¡Su voz suena despierta y no cansina como cuando la saco de la cama!
- ¡Sí Alicia, ya es de día!
- ¡Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen! -no puedo evitar expresar mi alborozo.
- ¿Te subo a buscar, Alicia?
- No. Ya bajo yo sola. -Y agarro mis muñecos, salgo de la cama y bajo triunfante las escaleras a mi aire por vez primera, como una guerrera del verano dispuesta a todo.
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