martes, 22 de julio de 2014

Yo no voy, me llevan

Eso decía siempre mi bisabuelo,  "el yayo", al que no pude conocer por muy poco, pero cuyas frases y fotos me acompañan. Como el yayo en sus últimos años,  me adapto a donde me quieran llevar. Eso sí, observo que según el medio de locomoción cambia el destino. Si me llevan en carrito desde casa pues ten por seguro que acabaremos en la Gran Vía de Premià o en el paseo marítimo, y seguramente mis padres pretendan que me relaje un rato mirando y ellos así charlan de sus cosas. Si me llevan en triciclo-móvil, parecido, pero muy lejos no llegaremos, al parque de al lado o la playa de delante; ¡el jugar se avecina! Si me meten en el coche de má, casi seguro toca cole, o alguna otra actividad como piscina o encuentros de bebés o yayas; y en el de pá nunca se sabe, casa de primos, de amigos, supermercados, fiestas de pueblos, Barcelona.. ¡o es que vamos de viaje! Pero para eso hay otras señales como horas y horas trajinando maletas, pá y má discutiendo sobre a qué hora salir sin salir a ninguna.... Hay una alternativa. Y es que se abra la puerta y yo pueda ir por mi propio pie. Es lo más emocionante de todo. Tan emocionante elegir a dónde voy que quiero ir a todas partes, a la casa de delante a ver gatos, a la otra a ver perros, al centro de Premià a ver gigantes... Mis deseos son tan múltiples que me desbordan y mis pies danzan en todas las direcciones haciendo eses... Entiendo que, cuando mis padres tienen un objetivo, no dejen que vaya a mi bola sino que me lleven.

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